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miércoles, 16 de abril de 2008

LOS AÑOS PERDIDOS DE JESUS



Hasta el siglo XIX, nadie se preguntaba qué había sido de Jesús en todos esos años. Y es que la Iglesia Católica tenía patentado el monopolio de la información, que excluía la presencia de todo aquello que pusiese en peligro toda su base. Jesús debía ser un hombre santo, y sobre todo el símbolo del poder masculino. Como San Antonio haría siglos más tarde, ese machismo debía ser la clave de todo el poder. Y lo fue. Las mujeres quedaron relegadas a un plano secundario, y en las leyes que Yavhé dictó a Moisés vemos claramente ese desprecio hacia lo que consideraban un ser inferior, muy por debajo de la capacidad masculina. Pero, de haber estado la familia en Egipto, ¿no es lógico pensar que allí pudo haber recibido educación en alguna de las escuelas que allí había? Hay que tener en cuenta que, en aquellos años, el hecho de asistir a cualquier tipo de enseñanza no estaba al alcance de cualquiera. Sin embargo, tenemos que José y su familia recorren casi todo Egipto, deteniéndose por espacio indeterminado de tiempo en las principales ciudades. José, al contrario de lo que se piensa, no era carpintero, sino constructor, y que a su muerte, su hijo se hace cargo por algún tiempo del negocio. De la forma que fuese, el hecho del templo a los doce años solo se puede explicar con la adquisición de conocimientos iniciáticos. Como demuestran luego sus palabras, la enseñanza que Jesús recibió implicaba el volcarse totalmente con su pueblo, con el pueblo judío. Para los romanos, las palabras de Jesús no tenían peligro alguno, dado que para ellos, tan solo era uno más de los charlatanes que se auto proclamaban "el Mesías". Pero, una prueba de estas enseñanzas las tenemos el las Máximas de Ptah-Hotep acerca de la avaricia: Guárdate de un acto de avaricia: es una enfermedad mala e incurable; hace imposible la confianza; enzarza a padres, madres y hermanos uterinos; separa a la mujer y al marido; es una acumulación de todo lo que hay de malo y un saco de todo lo que es odioso. Y para comparar estas enseñanzas, Jesús le dice a sus apóstoles acerca de la avaricia: Mirad de guardaros de toda avaricia, porque aunque se tenga mucho, no está la vida en la hacienda. Pese a que las el número de palabras no coincide, sí el mensaje. Los dos hombres coincidían en la peligrosidad familiar que puede traer la avaricia. Todas las parábolas que emplea Jesús son recogidas en las historias egipcias de todos los tiempos, como la historia de Verdad y Mentira, Las Sandalias de Oro ó la propia Historia de Sinuhé. La entrada triunfal de Jesús en Jerusalem, a lomos de un asno, se halla incluso en la mitología egipcia. Y es que uno de los animales que representaba al dios Seth era el asno. Jesús, como Horus, da la imagen de sodomizar a Seth, y entra triunfal mientras el pueblo lo aclama como rey; justo lo que ocurre en la leyenda cuando Horus derrota a Seth.

Llegada la hora de su muerte, existen algunos aspectos que son dignos de mención. Leyendo varias investigaciones que muchos teólogos han hecho, se puede llegar a la conclusión de que no es disparatado el pensar que Jesús sobrevivió a la crucifixión. Y es que el hallazgo de los evangelios apócrifos ha abierto todo un abanico de opciones, digamos que son como los puntos que le faltan a las ies que se han escrito en la Biblia. Pero, más allá de estas teorías, que se escapan del tema, queda reflejada una cierta influencia externa en la conciencia de este hombre, el cual desde su más tierna edad, pudo haber estado en contacto con ancestrales creencias, cuyo único fin era buscar el camino que nos conduzca hacia una vida de igualdad, respeto y comunicación.




© 2005, Amenofhis III (Luis Gonzalez Gonzalez) amenofhis_29@hotmail.com

ENVIADO POR RICARDO MATEO

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