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jueves, 10 de abril de 2008

CRISIS DENTRO DE UNO MISMO




La crisis del mundo esta dentro de uno mismo
J.Krishnamurti

Qué va a ocurrir con el ser humano?

Nosotros, los seres humanos aislados, separados, no hemos sido capaces de resolver nuestros problemas. Aunque seamos sumamente educados, ingeniosos, capaces de realizar cosas extraordinarias en lo externo, internamente seguimos siendo más o menos lo que hemos sido durante miles de años. Odiamos, competimos, nos destruimos unos a otros – que es lo que realmente está sucediendo en la actualidad. Ustedes han escuchado a los expertos hablar sobre alguna nueva guerra; no hablan de los seres humanos que habrán de morir, sino de destruir campos de aviación, de volar esto o aquello. Existe esta confusión total en el mundo, y uno está completamente seguro de que todos somos conscientes de ella. ¿Qué hemos de hacer, entonces? Como un amigo le dijo hace un tiempo a quien les habla: “Usted no puede hacer nada; se está dando de cabeza contra una pared. Las cosas continuarán como hasta ahora indefinidamente; seguiremos atrapados en múltiples formas de ilusión, luchando, compitiendo, destruyéndonos unos a otros. Esto habrá de continuar. No malgaste su tiempo y su vida”. Dense cuenta ustedes de la tragedia del mundo, de los terribles sucesos que podrían tener lugar si algún loco oprimiera un botón, de la computadora que se está haciendo cargo de las capacidades humanas – pensando con mucha mayor exactitud y rapidez. ¿Qué va a ocurrir con el ser humano? Este es un enorme problema al que nos enfrentamos.

La crisis está dentro de uno mismo





Desde la infancia, y a medida que pasamos por la escuela, el colegio y la universidad, nuestra educación está destinada a especializarnos de una manera u otra, a acumular muchísimos conocimientos, para después conseguir un empleo y aferrarnos a él por el resto de nuestra vida – yendo a la oficina o la fábrica de la mañana a la noche. Y, al final de todo ello, morimos. Ésta no es una actitud o una observación pesimista; es lo que realmente está ocurriendo. Cuando observamos ese hecho, no somos optimistas ni pesimistas; vemos que es así. Y si somos absolutamente serios y responsables, nos preguntamos: ¿Qué puede uno hacer? ¿Retirarse a un monasterio? ¿Formar alguna comunidad? ¿Irse a Oriente y perseguir la meditación zen o alguna otra variedad de meditación? Uno se formula estas preguntas muy seriamente. Cuando nos enfrentamos a esta crisis, vemos que es una crisis que está en la conciencia, no allá, fuera de nosotros. La crisis está dentro de uno mismo. Hay un dicho: “Hemos visto al enemigo, y el enemigo somos nosotros mismos”.

La crisis no es una cuestión de economía ni de guerras; ni es cuestión de bombas, de políticos o de científicos; la crisis está dentro de nosotros, en nuestra propia conciencia. Hasta que comprendamos bien a fondo la naturaleza de esa conciencia, e inquiriendo profundamente en ella descubramos por nosotros mismos si puede haber una mutación total en esa conciencia, el mundo proseguirá creando más desdicha, más confusión, más horror. Nuestra responsabilidad no reside en alguna clase de acción altruista –política, social o económica– exterior a nosotros mismos; la responsabilidad consiste en comprender la naturaleza de nuestro ser, en descubrir por qué nosotros, los seres humanos –que vivimos en esta hermosa tierra– hemos llegado a ser lo que somos.

La totalidad de la vida

A causa de ese concepto, y tal vez a causa de esa ilusión, cada uno está tratando de realizarse, de llegar a ser alguna cosa. En ese esfuerzo de llegar a ser alguna cosa, estamos compitiendo, luchando unos contra otros, de modo tal que si mantenemos ese sistema de vida, tenemos que continuar inevitablemente adheridos a las nacionalidades, al espíritu tribal, a la guerra. ¿Por qué nos aferramos al nacionalismo con tanta pasión –como está sucediendo ahora? ¿Por qué concedemos una importancia tan extraordinaria al nacionalismo –que en esencia es un sentimiento tribal? ¿Por qué? ¿Es porque al adherirnos a la tribu, al grupo, hay una cierta seguridad, una sensación interna de integridad, de plenitud? Si es así, entonces la otra tribu también siente lo mismo; en consecuencia, hay división y, por ende, conflicto, guerra. Si uno realmente ve la verdad de esto, no como algo teórico, y si quiere vivir sobre esta tierra –que es nuestra tierra, no de ustedes o mía– entonces no hay nacionalismo en absoluto. Sólo existe la vida humana; la vida –no mi vida o su vida. Y eso es vivir la totalidad de la vida. Esta tradición de la individualidad se ha perpetuado gracias a las religiones, tanto de oriente como de occidente: la salvación para cada individuo, etc.

Es muy bueno tener una mente que cuestiona, que no acepta; una mente que dice: “Ya no podemos vivir más así, de esta manera violenta, brutal”. Una mente que duda, que inquiere, que no acepta meramente el sistema de vida que hemos vivido tal vez por cincuenta o sesenta años, o la manera en que el hombre ha vivido durante miles de años. Por eso nos estamos preguntando si la individualidad es real. Mi conciencia, ¿es realmente ‘mi’ conciencia? –ser consciente significa darse cuenta, saber, percibir, observar. El contenido de la conciencia de cada uno de nosotros, incluye nuestras creencias, nuestros placeres, nuestras experiencias, el conocimiento particular que hemos acumulado, ya sea sobre un determinado tema externo o sobre nosotros mismos; ese contenido incluye nuestros temores y apegos, el tormento y la angustia de la soledad, el dolor, la búsqueda de algo más que la mera existencia física; todo eso es el contenido de la conciencia de cada uno de nosotros. El contenido constituye la conciencia; sin el contenido no existe la conciencia tal como la conocemos. Aquí no caben argumentos; es así. Ahora bien; ¿la conciencia de uno mismo –que es muy compleja, contradictoria, que está dotada de una vitalidad tan extraordinaria– es ‘de uno mismo’? ¿El pensamiento, es de uno mismo? ¿O sólo existe el pensar, que no es de Oriente ni de Occidente –el pensar, que es común a toda la humanidad, sea que pertenezca al rico o al pobre, al técnico con su capacidad extraordinaria o al monje que se aparta del mundo y se consagra a una idea?
Colaboración : Ricardo Mateo (Perú)

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