Oigo música que no escucho. Suenan notas que no son para mí. Y yo aquí sentado, oigo sin escuchar el continuo devenir de lo que falta, el continuo devenir de lo que no está. Pasa y pasa el tiempo inderrotable cual Dios impasible, altanero y orgulloso y mis sonatas no llegan, ni siquiera lentas canciones. Sólo hay ruido de coches, lápices y teclas de ordenador...
Dibujo ténuemente para poder borrar las lagrimas pintadas a la casa de un tal Blas. Y ansío no dibujar las sombras de esa lágrima con lápiz blando pero me van a obligar. Dibujo lo que veo y lo deformo sin parar. Siento que me falta un peldaño por subir, que está cerca, es factible... aunque no lo sienta así. Y la sinrazón, a veces, llega a colarse en mí como una suave locura que me invita a partir. Pero me dice el cerebro en contra del corazón "no, no, el peldaño está al lado, en tu mismo costado, y lo puedes subir poco a poco subiendo ese pie y cuando estés en lo alto... habrá otro escalón pero siempre recuerda que ir hacia atrás es bajar el escalón que un día subiste ya". Y me quedo con el consejo de mis neuronas trabajando aunque sé, que tarde o temprano, el corazón y el cerebro deberán convivir sin chafarse uno a otro así, dando lugar a la gama de grises de un 7B con la sonata de fondo que yo cantaré.
http://osadosverbos.blogspot.com/2007/12/peldao-peldao.html
EL PODER DEL SUEÑO
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*Dios no te hubiera dado la capacidad de soñar sin darte también la
posibilidad de convertir tus sueños en realidad.*
Hace 11 años
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