El vocablo Dios se escribe en español con mayúscula como sustantivo propio cuando se refiere a la idea de ser supremo de las religiones monoteístas, como son el judaísmo, el cristianismo, el islam y, quizá en menor medida, el zoroastrismo o mazdeísmo.
En la tradición cristiana, Dios es objeto de estudio de la teología. Desde tiempos de Santo Tomás de Aquino (Edad Media), se asume que la existencia de Dios no es tarea comprobable por el método científico, sino que su existencia ha de demostrarse en el ámbito de la metafísica.
Dios como ser capaz de insuflar el aliento adecuado que permite a sus adoradores sostener el sistema de autogobierno que él mismo define en un compendio de leyes, normas y/o principios catalogados en una colección de libros definidos como sagrados por sus seguidores, y cuyos redactores humanos declaran haber sido guiados por la iluminación de ese Dios. Al insuflar ese poder, no causa sufrimiento añadido al sistema de vida rutinario.
Dios como ser capaz de someter voluntades.
Dios como algo supremo, pero no necesariamente como un ser.
Algunas ideas sobre Dios pueden incluir atributos antropomórficos: sexo, nombres concretos e incluso exclusividad étnica, mientras que otras ideas son meramente conceptos filosóficos.
La idea de Dios suele ir entremezclada con la definición de
Existen divergencias al definir a Dios, bien como una persona o, más bien, como una fuerza o impulso impersonal. También son diversas las formas en las que se entiende que Dios se relaciona con el hombre y la apariencia que Dios tiene.
Algunas concepciones de Dios se centran en una visión de éste como una realidad eterna, trascendente, inmutable y última, en contraste con el universo visible y continuamente cambiante.
En algunas religiones y corrientes filosóficas, Dios es el creador del universo.
Algunas tradiciones sostienen que, además de creador, Dios es conservador (teísmo), mientras que otros opinan que Dios es únicamente creador (deísmo).
Principalmente, a Dios se le atribuyen omnipotencia (todo lo puede), omnisciencia (todo lo sabe), omnipresencia (todo lo abarca) y omnibenevolencia (es absolutamente bueno). Sin embargo, no todos afirman que Dios es moralmente bueno. Mientras que algunos consideran que Dios representa lo moralmente bueno, admitiendo que existe una definición objetiva de lo bueno y lo malo, para otros Dios está por encima de la moralidad, o la determina, de manera que es bueno lo que Dios quiere que sea bueno. No todos sus atributos concuerdan, apareciendo contradicciones que hacen a los críticos negar que Dios pueda tener a la vez los cuatro atributos indicados. Por ejemplo, se afirma que si Dios es el creador omnipotente, omnisciente y el único juez, entonces al crear a la humanidad, incluidos ateos y paganos, sabe cómo será su comportamiento y tendrá que enviarlos al infierno. Este Dios no puede, por tanto, ser bueno desde el punto de vista de todos los humanos, del mismo modo que algunos afirmarán que no todos los humanos son buenos desde el punto de vista de Dios. Éste, el problema de la existencia del mal, es uno de los obstáculos planteados por los escépticos para aceptar ese concepto de Dios. Los creyentes suelen alegar el «libre albedrío» de los seres humanos para explicar el mal en el mundo, aunque ese argumento no sirve para explicar el mal en la Naturaleza (aunque no está del todo definido el concepto de mal en la Naturaleza, pues existe el problema de que, si el bien y el mal es cuestión de opción hecha (por libertad o razonamiento), la Naturaleza carece de este tipo de opciones, simplemente es como es); y por otra parte, los críticos no consideran compatibles la omnipotencia y la omnisciencia de Dios con el libre albedrío, alegando que si Dios todo lo puede, intervenir implicaría obstaculizar la libertad del ser humano; o el saberlo todo implicaría también que no hay nada dentro de la libertad del ser humano que no esté previamente fijado y dicho. Al respecto de la omnipotencia, se contrapone la característica omnibenevolente de Dios, que al poderlo todo no necesariamente lo hace, sino que deja al ser humano actuar de acuerdo con la característica libre con que lo creó en un inicio y no interfiere, ya sea por apatía o placer (lo que de nuevo contradiría la benevolencia de Dios), o por respeto (nacido de su benevolencia) a la naturaleza con que fue creado el hombre.
La teología negativa (o Vía Negativa) aduce que no se pueden determinar afirmaciones concluyentes sobre los atributos de Dios, mientras que los agnósticos consideran que el limitado conocimiento humano no permite obtener pruebas concluyentes de qué o cómo es Dios. Algunas costumbres relacionadas con el misticismo establecen unos límites al poder de Dios, al considerar que la naturaleza suprema de Dios no deja lugar a la casualidad.
La concepción de Dios como ente individual es una característica del monoteísmo, pese a que no existe una definición exacta y concreta del monoteísmo. Las diferencias entre monoteísmo y politeísmo dependen de la tradición de los pueblos (ver Trinidad, Dualismo y Henoteísmo).
Algunos sostienen que tan sólo existe una única definición válida de Dios, mientras que para otros, cabe la posibilidad de que varias definiciones de Dios sean posibles a la vez.
Se puede construir una explicación sobre la existencia de Dios desde la Psicología, intentando establecer qué realidad externa se corresponde con su recreación mental. Así, a partir del estudio introspectivo de la consciencia, se llegaría a la conclusión de que ésta surge asociada a la experiencia de un cierto vacío. Por tanto, el vacío cósmico, mucho más puro y prácticamente continuo, llevaría aparejada una consciencia altamente desarrollada y unitaria. Es decir: Dios. El cual se expandiría en los confines de la existencia, ejerciendo una presión hacia el interior, sobre la materia, a la que mantendría reprimida; pese a ello, no se debería decir que Dios sea malo, ya que no podría dejar de expandirse, de perfeccionarse. Y puesto que nosotros sí somos capaces de contrastar las realidades más diversas, nuestro deber moral es suplir la falta de piedad de Dios y, a costa suya, aumentar el espacio disponible para la materia que nos rodea, elevar su nivel de consciencia.
Esta teoría encierra una aporía que es sostener un Dios en crecimiento, lo que sería contradictorio con la elemental concepción de que Dios o es infinito (por tanto no se expande) o no sería Dios. Además es una teoría que arroga funciones divinas al ser humano, el hombre sería el ser piadoso y Dios no. Ergo el ser humano estaría por encima de Dios, sería en efecto divino, ya que poseería el atributo de la piedad. Esto teológicamente constituye soberbia, que es la proposición del ser humano como ser por encima de Dios. Ver Teología
En las grandes religiones monoteístas Judaísmo, Cristianismo, Islamismo, Fe bahá’í y Sikhismo, el término Dios se refiere a la idea de un ser Supremo, Infinito, Perfecto, creador del Universo, que sería pues, el comienzo y el final de todas las cosas. Dentro de las características principales
Omnipotencia: poder absoluto sobre todas las cosas;
Omnipresencia: poder de estar presente en todo lugar;
Según la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Dios es un hombre en estado glorificado, que tiene cuerpo tangible y es semejante al hombre, pero en un estado elevado y perfeccionado.
Postula que Dios es un ser amoroso con su creación y justo. Por medio del Espíritu Santo, Dios puede instrumentalizar a personas escogidas para realizar su obra. Dios es además inteligencia y además puede expresar emociones como ira, alegría o tristeza.
El hombre natural no puede ver ni entrevistarse con Dios salvo que se transmute a un estado elevado, como fue el caso de los apóstoles, Pedro, Santiago y Juan que tuvieron que transmutar a un estado distinto para no perecer en la carne.
El hombre puede hablar y comunicarse directamente con Dios, sin intermediarios, mediante la oración, puede recibir revelaciones personales, sabiduría e inteligencia adicional para entender los misterios de Dios. Dios además hace revelaciones a profetas, cara a cara, como es el caso de Moisés, Elías y otros profetas. La obra de Dios es dar a los hombres el regalo de la salvación y la vida eterna.
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