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lunes, 26 de enero de 2009

INICIACION A LA METAFISICA



Autor: Francisco Ugarte


Dos problemas influyen directamente en la confusión intelectual característica de nuestra época:

•la falta de conexión de la inteligencia con las verdades profundas contenidas en la realidad, que deberían ser la base del edificio del conocimiento humano,

•y la ausencia de una estructura intelectual que permita ordenar los resultados de ese conocimiento.

Ciertamente hay algunos saberes que pueden conducir a esas verdades profundas, como la literatura y, más concretamente, la poesía, pero al apoyarse en una vía de conocimiento más intuitiva que racional y sistemática, no proporcionan la estructura mental referida.

En el caso opuesto se encuentran los saberes puramente formales, como la matemática pura o la lógica formal, que ofrecen la estructura intelectual ordenada y ordenadora, pero que no tienen acceso a la realidad objetiva precisamente por su formalismo.

La metafísica, en cambio, reúne ambas características:

Proporciona el acceso a la realidad profunda de las cosas y confiere la estructura mental rigurosa donde pueden alojarse ordenadamente los resultados del conocimiento. De ahí su importancia para el momento actual.

Asistimos hoy a una devaluación de la verdad, pero la verdad no tiene sustituto. Sin ella el mismo hombre es quien se devalúa y se hace anodino, al perder el rumbo de su existir:

¿Qué quiero?,

¿A dónde deseo llegar?,

¿Para qué estoy aquí?,

¿Qué sentido tiene mi vida?

La dificultad para contestar estas preguntas puede incrementar la desconfianza en la verdad que previamente se ha devaluado. Y perder la esperanza en la verdad trae también como consecuencia la pérdida de su esplendor -de su belleza-, indispensable para que la vida conserve su luminosidad y su sentido. Sin capacidad para la verdad la persona queda desorientada, porque pierde el verdadero contacto con la realidad.

La metafísica, por el contrario, ofrece la posibilidad de vivir anclado en la verdad del ser, lo cual proporciona a la vida estabilidad y sentido.

El estudio contenido en el libro “Iniciación a la Metafísica”, pretende poner al lector en contacto con la metafísica, de manera que descubra -o recuerde que existe- un camino que permite superar la confusión intelectual propia de la actualidad, porque clarifica e ilumina la mente en su afán por encontrar la verdad. Y es que la metafísica se propone contestar algunas preguntas relativas al constitutivo último de la realidad:

¿Qué son las cosas?,

¿Qué es lo que hace que cada cosa exista?,

¿Qué es aquello que determina el modo de ser de los entes?

y, en fin,

¿Qué hay en el ente que lo hace ser tal y no otro?

Dicho de otro modo, pretende explicar en profundidad -desde los fundamentos- todo lo que existe.

El filósofo reconoce que la riqueza de la realidad supera ampliamente la capacidad de la inteligencia humana para agotar gnoseológicamente su contenido. Y cuando lo que se pretende conocer es el constitutivo más íntimo de las cosas, la mente humana ha de conformarse con esos diversos intentos de aproximación que progresivamente arrojan nuevas luces sobre el objeto propuesto, sin que consigan apresado definitivamente. Sólo el idealismo, que postula la primacía del pensar sobre el ser, puede proporcionar respuestas acabadas y terminantes a estas cuestiones, porque no se atiene a lo que las cosas realmente son, sino que depende de las elaboraciones apriorísticas que la razón elabora para configurar, desde ella misma, los resultados que obtiene.

El estudio de la realidad, cuando pretende ser objetivo y radical, exige una especial atención a los datos que la experiencia proporciona, y una actitud metafísica que remita permanentemente al fundamento último de aquello que se pretende conocer. Ambos aspectos -atención a la experiencia y búsqueda del fundamento metafísico- son complementarios para profundizar en la constitución de lo real. Cuando se prescinde de alguno de ellos, o se disminuye su importancia, los resultados que se alcanzan son necesariamente insuficientes.

La vertiente de la filosofía realista contemporánea que se ha propuesto destacar la importancia de los análisis fenomenológicos de la realidad, ha ido consiguiendo reivindicar el valor de la experiencia para conocer filosóficamente las cosas, frente al racionalismo que ha caracterizado a una buena parte del pensamiento de los últimos siglos. El afán de liberar los análisis de la realidad de toda mezcla de idealismo y los resultados que esta orientación ha obtenido en el nivel descriptivo de las cosas, han supuesto una aportación considerable para la filosofía. La metodología de esta dirección del conocimiento incluye, además, el atractivo que la inteligencia experimenta al descubrir la configuración de lo real por el contacto permanente con las cosas, pero puede también entrañar una reducción del saber filosófico si renuncia a proporcionar las razones últimas que explican esos resultados. La fenomenología, tomada en este preciso sentido, no es metafísica porque no trasciende el nivel de lo que aparee ce inmediatamente a la inteligencia. Esto no significa que haya que descartar su valor, que resulta indiscutible para conocer las realidades concretas; si, partiendo de este nivel, se logra trascender hasta los fundamentos de lo existente, entonces la fenomenología y la metafísica se convierten en saberes complementarios.

Con la primera parte del presente estudio, que lleva por título Nociones fundamentales sobre el ente y la esencia, se pretende mostrar cómo el análisis directo de la realidad, desde una perspectiva metafísica, conduce a los principios fundamentales que intervienen en la constitución del ente y de la esencia, según la filosofía realista de Tomás de Aquino. En la segunda parte se da un paso más en profundidad, y se desarrolla la Noción filosófica de participación, fundamental para vislumbrar los alcances de esta metafísica de la realidad.

Para ser fieles a esta orientación realista del pensamiento, el punto de partida y de referencia habitual ha de ser la realidad concreta. Más aún, en este nivel introductorio, son los entes corpóreos los que dan la pauta para centrar las nociones metafísicas fundamentales, ya que ellos constituyen el objeto inmediato y directo del conocimiento. Valga, pues, esta advertencia, porque, aunque el ente y la esencia en cuanto tales no implican necesariamente materialidad, serán referidos principalmente a este ámbito.

Notas:
Fuente: Libro: “Iniciación a la Metafísica”, por Francisco Ugarte